Thursday, June 28, 2007

ANSIEDAD





Anoche, después del capítulo de Alguien te mira, en Cantando por un sueño, Lucho Gatica hizo playback de esta canción. Ansiedad.

Ansiedad por dos razones.

Razón uno:
Anoche se reveló la identidad del asesino. Sí, es Julián García, el padre ejemplar, el profesional meticuloso, el varón rechazado. Ahora sólo queda por descubrir el origen de sus ansiedades, el cómo opera este demonio en una ciudad aterrada por la violencia, el miedo y el recuerdo de seis mujeres descorazonadas.
Gracias por los comentarios de fotechistas (y no fotechitos porque eso suena definitivamente a Floribella) y no fotechistas, especialmente al desengañado Cazador, que aparentemente esperaba que el asesino fuera María Jesús. Sólo puedo decirles que de ahora en adelante comienza otra historia, aún más vertiginosa y pesadillesca que la que ya han visto. Let the game begin.

Razón dos:
¡¡¡Todavía no me llega mi envío de películas de horrortheater.com!!!
Esta es la lista de pequeñas joyas que nunca he visto y que serán comentadas en un futuro próximo.


BLOOD BEACH: Sólo vi la sinopsis al momento de su estreno. Es prácticamente inconseguible. Dicen que es pésima. Actúa John Saxon. Y sí, es sobre una playa "que se come" a la gente (y a la que pertenece el maravilloso afiche de arriba).

SLASHER FILM TRAILERS 1: Compilación de sinopsis de slashers ochenteros. Para poner en fiestas.

GRINDHOUSE HORROR COMPILATION: Idem, pero de cine mala leche. Ese que ya no existe y que Tarantino/Rodriguez homenajean en ese double feature totalmente adictivo llamado Grindhouse.

DEATH SPA
: Clásico gore sobre un asesino en serie en un lugar tipo Balthus. Escuché que hay una "muerte por azulejos voladores". Suena doloroso.


BLOODY MANSION OF DEATH
: Giallo sobrenatural que nadie ha visto y que dicen que está entre lo mejorcito que se hizo en los 70. Ni siquiera aparece en imdb.com


THE KILLER IS STILL AMONG US
: Otro clásico de explotación en clave de giallo, presuntamente muy explícito y de macabras intenciones.


DEATH LAID AN EGG
: Hard-to-find giallo surrealista. A todo el mundo parece fascinarle.


A DRAGONFLY FOR EACH CORPSE
: O, mejor dicho, Una libélula para el hombre muerto, de Paul Naschy.


MALABIMBA
: Del indecente y degenerado Andrea Bianchi, autor de Burial ground y Strip nude for your killer, un rip-off de El exorcista.


EL VIOLADOR INFERNAL
: Cine mexicano, presuntamente sexista, homofóbico y de dudosa calidad.


WHAT HAVE THEY DONE TO YOUR DAUGHTERS?
: En la senda de What have you done to Solange?, de Massimo Dallamano, más gory. Ver foto más abajo.


THE BURNING (UNCUT)
: Tras el éxito de Martes 13 vino este slasher largamente perdido. Tom Savini hizo los efectos especiales, cuando la sangre y el látex eran lo único que existía.


SATANIC ATTRACTION
: Pelicula brasilera de los 90, supuestamente extrema, sobre posesiones diabólicas y zombies.


MARDI GRAS MASSACRE
: Remake de Blood Feast, de Herschell Gordon Lewis, en clave nasty. O más nasty. Prohibida en UK.


LIVING DEAD AT TOKYO BAY
: Zombies japoneses noventeros.


GARDEN OF LOVE
: Cine underground-extremo-contemporáneo-alemán en video. El director es amigo de Jorg Buttereig (o como diablos se escriba), el sobrevalorado responsable de Nekromantik. Realmente no sé porque pedí esta película si siempre he odiado Nekromantik. Oficially going nuts.


EYEBALL
: Dirigida por Umberto Lenzi, sobre asesino en serie que les saca, claro, los eyeballs a sus víctimas.


BURNING MOON
: Del mismo director de Garden of love.


AMIN: THE RISE AND FALL
: La versión cochina de El último rey de Escocia, la película mainstream de Idi Amin. Esta incluye el tema que la otra dejó afuera: el canibalismo.


CORPSE MANIA
: Gore from Korea.


CALAMITY OF SNAKES
: Snakes on a plane, pero en un resort oriental. Las fotos son realmente repugnantes. Esta película es parte de mi terapia de shock para superar mi ofidiofobia (fobia a los reptiles). No sé si realmente pueda verla.




Tuesday, June 26, 2007

QUE LOS CUMPLAS FELIZ


HAPPY BIRTHDAY TO ME (1981) (Cumpleaños sangriento) Dirigida por J.Lee Thompson. Con Melissa Sue Anderson, Glenn Ford, Lenore Zann. Disponible en DVD 1 y VHS editado en los 80 por LK-Tel.

Bienvenidos a los magníficos ochentas, bienvenidos al Betamax, a VideoRent, a VC Internacional. Mucho después aparecería Ramón Farías haciendo la locución en off para las insoportables sinopsis criollas de VideoChile (¿quién diablo editaba esas sinopsis?). Por ahora estamos en la tierra de nadie del video local, tipo año 85. No existe el mercado, sólo la piratería. VideoRent, con su flamante local de Bustamante 20, ofrece un catálogo realmente aterrador. ¿Algunos títulos?

-Extrañas gotas de sangre (aka The case of the bloody iris aka What are those strange drops of blood doing on Jennifer's body?, de Giuliano Carmineo).

-Sangre de vírgenes (del aborrecido Emilio Vieyra, acusado en Argentina de promocionar el proceso con una película pro-régimen, Comandos azules en acción).
-Los cuerpos presentan violencia carnal (aka Torso, del maestro Sergio Martino)
-La adolescente impura (aka La endemoniada dirigida por el español Amando de Ossorio)

-Mausoleo (clásico grindhouse del Betamax)

Y mi favorito:
-Delito en la playa del vicio (alemana, inconseguible)
Como en estos tiempos todavía nada es oficial, no hay que rebobinar las cintas ni pagar multas. Si se te antoja puedes quedarte una semana entera con seis películas en tu casa y al momento de devolverlas basta con una miradita de ternura a la niña del mesón para que no te pida nada. Mal que mal, tienes sólo 12 años. Una vez se me quedó atascado en el Betamax Los siete magníficos gladiadores, con Lou Ferrigno, y nunca más lo devolví.

¿Cuáles son las desventajas de este mercado no oficial? La tecnología, por cierto. Frases típicas de esta era son: “La copia está mala”, “No se ve nada”, “Tiene problemas de tracking”. ¡El tracking! ¿Alguien se acuerda en estos tiempos del famoso defecto de tracking? Qué horror. Bienvenido sea el DVD. O el Blue-Ray. O lo que venga.
Dentro de la monstruosa oferta de VideoRent estaba esta película. Me la recomendó un compañero en clase de Artes Plásticas. “Matan a un compadre con un anticucho”, dijo. Y tenía razón. Han pasado veinticinco años y Cumpleaños sangriento sigue siendo “la película donde matan a un compadre con un anticucho”. Como diría un amigo, J.Lee Thompson es un artesano. Eso es un eufemismo para señalar que el tipo nunca dirigió obras maestras, pero sí películas que se dejan ver “con amabilidad” (mi frase hecha de la semana): dos entregas de El planeta de los simios, el Cape fear original y Los cañones de Navarone. Cine comercial químicamente puro que en los 70 devino en el cine para televisión. Bajo el cálido alero de ese boom del cine de horror –y particularmente, del slasher- que vino tras Halloween y Martes 13 (Friday the 13th), todos quisieron subirse al carro. Se hicieron The burning, Antes del amanecer (Just before dawn) -no confundir con la de Linklater-, Fiesta mortal (Death Party), Noche de graduación (Prom night), Día de los inocentes (April’s fools Day), Aniversario de sangre (My bloody Valentine) y la franquicia completa de Jason, el asesino de Crystal Lake. Por alguna extraña y maravillosa razón, todas esas películas fueron editadas en Chile, muchas de ellas de manera subterránea. Me pregunto dónde están esos miles y miles de cintas. Si alguien lo sabe, por favor que dé el dato. Compro VHS al por mayor, sobre todo si son de género.
Cumpleaños sangriento es una película para ver con amigos. Es cine para recordar, para evocar viejos tiempos. Entre sus ventajas tiene el pulso de artesano de J.Lee Thompson quien, con o sin intención, le agrega al alambicado relato un tufillo douglasirkiano que se agradece profundamente. Sí, señores, porque estamos ante el primer y único slasher melodramático de la historia del cine. Aquí hay secretos macabros, hermanas que se aborrecen, diferencias de clase y, por supuesto, una fiesta de cumpleaños a la que no asistió nadie.
Virginia (Melissa Sue Anderson, far away from La Pequeña Casa en la Pradera) es una dulce adolescente lista para cumplir los 16 (aunque represente 30). Es miembro de Crawford 10, la elite cuica de su colegio (privado). Todos parecen adorarla en este pueblo que podría ser Boston, pero que en realidad es Canadá. En el pueblo donde hay un puente levadizo que –atención, spoilers- será de vital trascendencia para la trama. Lo cierto es que Virginia no es feliz. Tiene pesadillas y constantemente recuerda un accidente protagonizado por su madre durante un día como el que se avecina, el día de su cumpleaños. Lo que viene es el terreno donde el clasicismo de Thompson se nota. Los asesinatos de Cumpleaños sangriento, además de ser absurdamente brutales, dan la vuelta completa al género y, sin una gota de humor intencional, terminan encantando por su retorcida creatividad. Todo para un sub-sub-sub género que no nació precisamente con Michael Myers ni Jason Vorhees sino de la cabeza alocada de un señor italiano llamado Mario Bava y que en 1968 dirigió el primer slasher concebido como tal: Reazione a Catena (aka Bay of blood aka Twitch of the death nerve), una película exagerada, recargada, pero que instauró todos los lugares comunes de una veta que aún hasta hoy sigue rindiengo frutos.
En Cumpleaños sangriento, además de la consabida muerte por anticucho hay accidentes en el gimnasio, en el garage y asesinatos simples a cuchillo, junto con un desenlace totalmente exagerado que incluye máscaras, muertos y una torta de cumpleaños. Atención con la canción de los títulos de cierre. Algún DJ debería remezclarla right fucking now.

Saturday, June 23, 2007

VIVIENDO DESESPERADAMENTE

http://photos1.blogger.com/blogger/6803/1543/1600/Desperate%20Living-Punk%20Story.jpg
Acabo de encontrar este afiche magnífico de la ídem Desperate Living, de John Waters, en su versión italiana. Sería una maravilla tenerlo colgado en el living...

Wednesday, June 20, 2007

EL (PEN)ULTIMO GIALLO



FATAL FRAMES (1996) (Fotogrammi immortale) Dirigida por Al Festa. Con Stefania Stella, Rick Giamasi, Donald Pleaseance, Alida Valli, Rossano Brazzi y Linnea Quigley. Disponible en DVD zona 1 de Synapse Films.

Esta es una película triste. Y no estoy hablando de violencia ni de estructura dramática. Ni siquiera de la crueldad intrínseca que toda película de horror que se precie de tal debería tener. Me refiero a la absurda torpeza de este total pedazo de mierda dirigida por un señor Al Festa (que no por dirigir videoclips tiene algo en común con David Fincher). El estigma de lo publicitario, ese que tanto daño le ha hecho a algunos cineastas extranjeros y nacionales, hunde este intento de revisitación del giallo en el pozo sin fondo de la mediocridad, la vergüenza y lo miserable.
Si las características anteriores estuvieran presentes en una película de los 70, perfecto, pase, pero no, Fatal frames es una película millonaria, con exceso de locaciones, rodada de manera cuasi operática en los monumentos más importantes de Roma. Oda al giallo pretenciosa y kitsch, su espíritu no corresponde al de un cineasta, ni siquiera al de un adulto sino más bien al de un adolescente virgen y con fantasías depravadas de poca monta que descubre el cine de Dario Argento. Todo en la cinta suena a homenaje hueco, fome, presuntamente innovador, pero en el fondo orquestado de manera meticulosa para catapultar una carrera, no tengo idea si la del propio director o la de su esposa/productora/protagonista, la enorme, sabrosona y degenerada Stefania Stella.
Para graficar la autorreferencia y la profundidad del señor Festa basta decir que la película está centrada en el viaje iniciático de un director de videoclips (Rick Gianasi, a quien dan ganas de escupir a los cinco minutos), contratado para trabajar con una pop star italiana, una “artista de nivel internacional” llamada Stefania Stella e interpretada, casualmente, por Stefania Stella, una mujer de unos 44 años, pechugona, chascona y tacuaca, que se dedica a cantar temas pop/new age realmente abominables y que es, lejos, lo mejor de la película. La señora Stella se parece mucho a Sabrina, la cantante pop de los 80 de “Boys boys boys”, pero 16 años después. Hay que decir además que la protagonista en cuestión tiene una boca de dimensiones aterradoras y una cara de saber usarla como nadie.
La historia de inmediato nos revela sus intenciones giallísticas. Muere una mujer, el asesino la graba en video y envía la cinta a la policía. Hay una profusión de personajes, muchos de ellos innecesarios, y el corte evidente a Stefania, una especie de musa que enloquece a todos los hombres que se topan con ella. Aparecen, además, tres actores en el ocaso de sus carreras (Rossano Brazzi, Donald Pleaseance y la magnífica Alida Valli) y dos íconos del cine de horror low-budget Angus Schrimm y la scream-queen Linnea Quigley). Todos repiten sus diálogos con ánimo, tratando de participar dignamente en este proyecto fallido y ambicioso, todos los talentos tirados a la basura por un guión detestable y un director demasiado enamorado de su mujer.
En términos de vergüenza ajena Fatal frames es sólo comparable a Entrega total, el maravilloso y espeluznante road-movie de Leo Kocking protagonizado por su mujer, María Erica Ramos. A diferencia de aquella, Fatal frames dura más de dos horas y contiene largas secuencias que bordean el clásico, como, por ejemplo, el rodaje de un videoclip en la Fontana di Trevi donde durante casi veinte minutos se nos tortura con las poses de la señora Stella a la cámara, mostrando sus pechugas (que, a pesar de los años, se ven misteriosamente naturales). Hay momentos de bizarra diversión, poca sangre y una historia policial mediocre, varias luminarias del cine de horror, escenas eternas y poco inspiradas, malos efectos especiales, iluminación que busca parecerse a las atmósferas de Argento o Bava, pero está ella, Stefania Stella. Con eso basta y sobra para reir a gritos. El DVD de Synapse Films incluye, además, los videoclips de dos de sus trabajos musicales, Alibi y Eternal city. Y lo peor es que después se escucharlos se te quedan pegados por mucho tiempo.

Wednesday, June 13, 2007

DORADA LLUVIA ARGENTINA


ATRAPADAS (1984) (Condemned to hell) Dirigida por Aníbal di Salvo. Con Leonor Benedetto, Betiana Blum, Gerardo Romano. Editada en DVD por Gativideo (Argentina, 2005) y en VHS por (Video Centro,198?)

En Estados Unidos le llaman grindhouse cinema a esas películas de bajo presupuesto que en los 70 se proyectaban en drive-ins y especialmente en salas de la calle 42 (previo a Giuliani que lo convirtió todo en un parque temático). Cines para putas, borrachos, choferes de taxi como Travis Brickle, vendedores de droga y desviados sexuales. Películas europeas, italianas, americanas, siempre de clase Z y cuyas temáticas abarcaban el horror más explícito, la acción más descarnada o ese tipo de erotismo que nadie se atrevía a mostrar.
Si en Chile existiera un cine grindhouse, Atrapadas sería el clásico. Exhibida durante meses en salas como el Roxy, el Nilo, el Mayo o el Río, reestrenada, editada en video por los locos de Video Centro (que funcionaban en Marchant Pereira, a dos cuadras de aquí) y rápidamente condenada al olvido, damas y caballeros, estamos ante un women-in-prison de lo más provocador, sucio, desgastado y con una constelación de actrices argentinas denigradas de diferentes maneras. ¿Qué más se puede pedir?
Como los argentinos son genéticamente engrupidos y no les cuesta nada tomarse las cosas a pecho, el cineasta Aníbal Di Salvo (responsable, además, de otro título de culto que nunca he tenido la oportunidad de ver, Las lobas) se lanza sin pudores al mismo patrón estructural que determina este subgénero: chica tonta e inocente cae en una trampa por culpa de su novio y termina en un hell-hole de sangre, sexo, abuso y degradación. La cárcel de mujeres, ese verdadero paradigma exploitation profusamente abusado en los 70 en todo el universo, vuelve una década después en gloria y majestad, cargado de mujeres ligeras de ropas y un subplot político que da vergüenza. Todo muy en serio y con mala leche, como debe ser. Si quieres buenos sentimientos, go rent Patch Adams.
Después de ver Barbed wire dolls, Love camp 7 o 99 women sabemos que en este subgénero no vamos a disfrutar, sino más bien todo lo contrario. Vamos a sufrir convirtiéndonos en pequeños sádicos mientras un montón de pobres actrices gritonas se prestan para la tortura, la venganza, las duchas en grupos y la violación masiva. Leonor Benedetto, de las teleseries Rosa de lejos y Rolando Rivas taxista (que obviamente no vi porque era un fucking fetus), interpreta a la pobre víctima del sistema carcelario argentino con dignidad, sin nervios ni vergüenzas. Si Barbed wire dolls ya era un poco estridente hablada en alemán, imagínense cómo es la cosa con actrices argentinas. Bramidos. Alaridos. Y puteadas varias.
En su momento la película tuvo severos problemas con la censura. Pero, claro, nadie se complicó demasiado y en Chile circuló una versión donde no se incluía la escena más controvertida de todo este cóctel de violencia: Leonor Benedetto siendo orinada por sus colegas reclusas. Suena grotesco, pero bajo la mirada indecente de su director y la sobreactuación del elenco completo la secuencia pasa prácticamente inadvertida.
Además de su elemento grindhouse criollo y de la lluvia dorada, Atrapadas es pura basura, la clase de películas de las que los actores reniegan cuando son viejos, el tipo de cine que deprime no por la crudeza de sus imágenes sino por las podridas intenciones de sus realizadores. Junto con Tacos altos, de Sergio Renán, y Pasajeros de una pesadilla, de Fernando Ayala, dos títulos ochenteros exploitation aunque pasados por cine social, Atrapadas conforma la trilogía del horror del cine argentino de la primera década de los 80, películas que pretendían ganarse todos los premios y que terminaron siendo analizadas por sabuesos de la psicotronia y el tipo de cine que no le mostrarías a tus padres ni a tu novia.

Monday, June 11, 2007

CON ANIMO DE ASQUEAR



GIALLO A VENEZIA (1979) (Gore in Venice / Mystery in Venice / Thriller in Venice) Dirigida por Mario Landi. Con Leonora Fani, Gianni Dei, Jeff Blynn y Mariangela Giordano. No disponible. Versión en DVD-R a través de e-Bay en selectos vendedores.


Fin de semana de grandes decepciones cinéfilas, menos esta pequeña joyita repulsiva que me mantuvo al filo del asiento durante una hora y media, sin siquiera acercarme al control remoto. Definitivamente, ya no soporto el cine post-1985. Todo lo filmado después de ese año me parece soso, cobarde y tibio.
Luego del bochorno de Hostal II me ensarté (y de manera bastante ridícula) con algo aún peor de nombre Vacancy, un título promisorio para una película sobre snuff pretenciosa, podridamente mal actuada y con un final que avergonzaría hasta a maestros de la vergüenza como Andy Milligan, Bruno Mattei o Ray Dennis Steckler. Para quienes no saben nada de ella, bien por ustedes. Se trata de una pareja (la famélica y desagelada Kate Beckinsale y un Luke Wilson hinchado de cerveza y/o Xanax y/o hamburguesas) de casados-enemigos que se detestan luego de haber enfrentado la muerte de un hijo (¡uy, el pequeño Charly se cayó por una escalera!) y que por esas gracias del guión deben hacer un road-trip nocturno en el cual, por otra gracia del guión, quedan botados en plena carretera. Literalmente, in the middle of fucking nowhere, dejan el auto en pana y llegan a un motel bizarro donde el manager es extraño y la decoración es rara y de la habitación vecina comienzan a oirse cosas raras. Qué pedazo de mierda, ¿cómo es posible que Hollywood nos bombardee con tal falta de misericordia con estas toneladas de basura? Vacancy es una película sin alma, una de esas películas que son evidencia clara para acusar a alguien por el delito de estupidez, ignorancia o simple falta de talento. No la vean ni con orden judicial. Es un BODRIO majestuoso. Giallo a Venezia, en cambio, es una película irrepetible. Sería imposible volver a filmarla de nuevo. Primero, porque se trata de un giallo, subgénero extinto por razones que aún no me quedan demasiado claras. La industria del cine italiano se vino abajo luego de haber explotado todo lo proveniente de Hollywood sin filtro alguno. Y lo peor es que les resultaba. Segundo, porque el nivel de depravación, cochinada, mala leche y repugnancia que tiene la película generarían seguramente un amplio debate sobre lo permitido, lo legal y lo políticamente correcto. Giallo a Venezia es una película reprobable desde todo punto de vista. Técnicamente infame, pésimamente actuada, explotativa, misógina, moralista, pero…¡magnífica! Como en todo giallo, este comienza con un crimen, el de Fabio y Flavia, a quienes sólo conoceremos a través de esos interminables raccontos que pueden inyectarle a una historia de un ritmo sensacional o enviarla directamente a la mierda. En Giallo a Venezia el racconto no sólo resulta: es la base de la trama y lo que sirve para revelar aquello que todo giallo tiene por propósito denunciar, esas cochinadas que existen debajo de la superficie, más allá de la plata, el poder o el nivel socioeconómico de la clase alta. Como contrapunto hay un detective que pasa comiendo huevos y cuyas escenas recomiendo adelantar porque son eternas y no sirven de nada. Concentrémonos en las víctimas, Fabio y Flavia. Fabio y Flavia eran una pareja de casados. El muy rubio y con cara de loca en el closet y ella una veneciana de buen lejos, pero con el trasero prematuramente ajado por la celulitis. Nos enteramos de todo esto en el primer racconto, que nos revela que la parejita era buena para los jales y, además, que Fabio constantemente buscaba mantener viva la flama del amor a través de anónimos encuentros sexuales con hombres desconocidos. Toda esta seguidilla de pequeñas depravaciones domésticas de una pareja de burgueses se nos muestra a través de la mirada de este derective, un personaje absurdo y con una dosis de comedia que queda totalmente fuera de lugar. La gran delicia de la historia es la ingenuidad con la que están contadas las andanzas de Fabio y Flavia. En este viaje de apertura sexual que ocupa casi todo el metraje de la película, Fabio la viola, ella se masturba (en una secuencia de cinco minutos), él se droga y vuelve a violarla, ella se vuelve loca, él se vuelve a drogar, él seduce a un tipo en un puente de Venecia y le hace el amor a su mujer, no sin antes levantarle el vestido en cámara para revelarnos las incómodas redondeces de su chica. Mientras tanto, en el presente, otros personajes comienzan a morir de manera espantosa, atravesados en la zona genital por un objeto punzante. ¿Quién está detrás de los crímenes?
Todas las pistas llegan a Mariangela Giordano (cuyo pezón fue mordido por su propio hijo zombie en una innombrable secuencia de Burial ground aka Night of terror), que junto a un amigo participó en una orgía junto a las víctimas que comienzan a aparecer. Para más remate resulta que hay fotos de la orgía. O sea, sabemos quienes van a morir.
Stop.
Para quienes se estén fascinando demasiado con la historia les advierto que contado el cuento suena bastante mejor. Lo evidente es que hay una escena de tortura que está en los anales del delirio y el cine de horror y que esta película
no es apta para feministas ni para gente demasiado sensible ni para embarazadas ni para individuos que participen activamente de orgías ni para nadie que crea que el cine debe transmitir lindos mensajes de amor.
Giallo a Venezia es puro cine depravado, sobre gente depravada (y bastante tonta, hay que decirlo) y con una mirada horrible sobre la vida, las mujeres y las relaciones humanas. Pese a todo, no hay un sólo detalle de la historia que no huela a modernidad, a crítica social o a provocación. He ahí la gracia de todo el asunto, en el afán, a ratos majadero, de retratar vicios y debilidades de la aristocracia open-minded veneciana con el puro ánimo de asquear.

Friday, June 8, 2007

RECIEN LLEGADAS POR CORREO



GORE EXTREMO FOR DUMMIES



HOSTAL PART II (2007) Dirigida por Eli Roth. Con Laura German, Bijou Phillips, Heather Mattarazzo, Roger Bart, Jay Hernandez y la desaprovechada participación Edwige Fenech. Se estrena hoy viernes en Estados Unidos. Versión no terminada disponible en torrents.


Alguna vez dije: “Me gusta todo lo que haga Eli Roth”. Vi Cabin fever en Miami, en una función repleta de fanáticos y me encantó. La crítica alabó el diseño de sonido de esa película de horror ambiental, alucinaron con una historia mínima y juraron de guata que había aparecido un nuevo Sam Raimi en el panorama del horror contemporáneo. Roth se convirtió en una especie de chico maravilla del género y, con su siguiente película tenía que comprobar lo que se aseguraba: que habían vuelto a la pantalla la provocación de David Cronenberg, el gore extremo de George Romero, el humor extraño de John Carpenter. Hostal demostró todas esas cosas y muchas más. En aquella impredecible historia de turistas americanos perdidos en un universo de horror, sadismo y tortura, todo sonaba a novedad, desde el entorno (una Eslovaquia fascinante, bizarra, repleta de detalles y guiños al cine y la cinefilia) hasta la elección de explicitar cada aspecto del sufrimiento y la muerte de los protagonistas. Junto al trabajo del francés Alexander Aja (Alta tensión y El despertar del diablo), el australiano Greg McLean (autor de la estupenda Wolf creek), y el sobrevaloradísimo Rob Zombie (La casa de los 1000 muertos, Violencia diabólica) Roth conforma el splat-pack, la nueva camada de realizadores de horror donde este último tiene todas las de ganar gracias al alto auspicio del Gran Padrino de Cualquier Nuevo Realizador, el señor Quentin Tarantino.

Lo que en la primera parte sonó a novedad, en esta segunda entrega se revitaliza. Luego de sobrevivir a la carnicería de la primera parte, el pelotudo Paxton (Jay Hernandez) abre los ojos en un hospital de Italia donde intenta convencer a todo el mundo de lo ocurrido en la fábrica, una especie de fachada para que gente de todo el mundo pague por asesinar jóvenes inocentes de las maneras más atroces imaginables. Paxton dura menos que un candy y es brutalmente decapitado fuera de cuadro (su mujer encuentra su cadáver sin cabeza sentado al comedor y con el gato lamiéndole la sangre del cuello). Luego de la introducción, somos testigos de las actividades de tres jóvenes estudiantes de arte americanas en Italia. La rubia (Bijou Phillips) es un poco puta, la morena (Lauren German) es anodina y un poco lesbiana y la fea (La magnífica Heather Matarazzo, de Welcome to the dollhouse) es ultrasensible y mantiene un diario de viaje donde escribe todo lo que ocurra. Las tres tienen como profesora a Edwige Fenech, la gran musa del cine italiano sicotrónico de los 70 (All the colors of the dark, Strip nude for your killer), en un personaje desaprovechado y que podría haber dado para más. En una interminable secuencia excesivamente dialogada (y con defectos de foreshadowing que podría haber detectado un niño de 10 años), hace su aparición una escultural y andrógina modelo que establece una extraña relación con la morena del trío, que a estas alturas tiene escrito en la frente “Yo soy la protagonista de esta película y al final sobreviviré”.

Hay algo majadero en el discurso de Roth. Durante varias situaciones se ofrece una posible relación lésbica entre esta heroína suavecita y y la modelo, pero la promesa nunca se cumple. Hay ensoñaciones, miradas e incluso un escarceo en la piscina digno de Jesús Franco en Vampyros lesbos, pero nada más. Lo que sigue es un viaje en tren de las tres muchachas que sólo sirve para demostrar que Eli Roth ha visto Night train murders, de Aldo Lado (comentada en estas páginas y a la que Hostal 2 le debe por lo menos 10 minutos de su metraje) y Terror express, de Ferdinando Baldi, dos películas italianas setenteras sobre chicas inocentes en trenes peligrosos.
Si bien la introducción es larga, es lo que mejor funciona en toda la película, principalmente gracias a la presencia de Heather Matarazzo como la rezagada del grupo, la chica perna, fea y sensible que quiere volver a Estados Unidos porque “no se halla” en Europa. Lamentablemente, una vez instaladas en el famoso hostal del título (que en esta oportunidad además le lleva spa y “hot springs”), la primera en desaparecer es Matarazzo. Muere en una larga y magnífica secuencia que de nuevo homeajea a Jesús Franco y también a lo mejor del cineasta francés Jean Rollin (Fascination).
El resto de Hostal 2 se sigue sólo con moderado entusiasmo. Hay un excelente montaje sobre “los otros”, los clientes que pagan millones por convertirse en asesinos y que utilizan sus PDA's para participar en subastas virtuales. En este subplot algo innecesario el casting se cae: entran dos actores de Desperate housewives que hacen exactamente lo mismo que en la serie y que brindan a la trama una improbable ironía que no funciona en lo más mínimo. Mientras tanto, las chicas del hostal comienzan a desaparecer durante un carnaval folclórico.
Entre los escapes de último minuto, un montaje sobre las implicancias del crimen y un final absolutamente imbécil, Eli Roth ofrece una película filmada a la rápida, impresionante en el área de efectos especiales, con igual cantidad de sangre que su precuela, pero concluida sin ninguna reflexión. El resultado es un chiste largo, fácil y donde importan más los primeros planos de órganos siendo cortados (hay una feroz escena de castración explícita) que la profundidad de los personajes o las astucias del guión. ¿Puede provocar miedo una historia de terror sin personajes? Opino que no. Una decepción profunda, de esas que no se perdonan. Una película mala. Nada más, nada menos.

Wednesday, June 6, 2007

NO TE SUBAS A ESTE TREN

Macha Meril y una de las inocentes víctimas de la burguesía. Lucha de clases en el último tren de la noche.
L’ULTIMO TRENO DELLA NOTTE (1975) (Night train murders / Don’t ride on late night trains / Torture train / Violenzia sull’ultimo treno della notte / Xmas massacre) Dirigida por Aldo Lado. Con Macha Méril, Flavio Bucci, Gianfranco De Grassi, Irene Miracle, Laura D’Angelo y Enrico Maria Salerno. Disponible en Amazon o e-Bay por U$15.00 en versión uncut, editada por Blue Underground.

Antes de lanzarme de cabeza en esta piscina llena de sangre hirviendo titulada Night train murders, debo decir que esta película me provocó el más profundo insomnio. Primero, porque su secuencia de créditos iniciales dura al menos cinco minutos y todo al ritmo empalagoso y absolutamente perturbador de Demis Roussos, ese gordo enorme que visitaba frecuentemente los estelares chilenos durante la dictadura. Todos crecimos oyendo al señor Roussos, admirando con especial repugnancia su barba larga y esas túnicas ordinarias que combinaban perfecto con las escenografías puteras y los gomeros de plástico de shows tipo Vamos a ver. Bueno, demás está decir que la canción que interpreta aquí con demasiado entusiasmo es macabra desde todo punto de vista: dulzona, grotesca, horripilante. Ahora me explico mi insomnio. En 1972 el director norteamericano Wes Craven debutó con una peculiar opera prima. The last house on the left tenía todos los elementos para convertirse en una joya o en un bodrio: filmada en 16 mm por un puñado de dólares, con un elenco reducido y una variedad de efectos especiales de bajo costo para una suerte de remake visceral y nihilista de La fuente de la doncella, de Ingmar Bergman. Dos adolescentes viajan a la gran ciudad para asistir a un concierto. Lamentablemente, se topan con una banda de sádicos que proceden a a ultrajarlas de manera vil, desatando así una sangrienta venganza por parte de los padres de las víctimas. El resultado de Craven fue una película fundamental para describir el horror contemporáneo y la catapulta para uno de los nombres más importantes en la historia del cine de género. En plena década de los 70 nace así una estupenda vertiente que, a la larga se convertiría en un subgénero, las “películas de ultraje y posterior revancha”, donde se encuentran títulos tan jugosos como They called her one eye (de cuyo material Tarantino sacó a la enfermera tuerta que interpretaba Daryl Hannah en Kill Bill) o I spit on your grave, hasta la ultraviolenta y perturbadora Irreversible, de Gaspar Noe. Como los italianos siempre lo copian todo y mejor, durante los fructíferos e impredecibles setentas, un director de giallos llamado Aldo Lado decidió probar suerte en los terrenos concebidos por Craven. The last house on the left había sido un éxito en los cines grindhouse de la calle 42 en Nueva York, de manera que, junto a un productor no demasiado creativo, describieron un pequeño tratamiento para la historia de Night train murders.
Largamente perdida y prohibida en varios países, el director Aldo Lado se toma toda la calma del mundo para revelarnos a sus heroínas: dos chicas puras e inocentes que deben tomar el tren a Roma, donde las espera la familia de una de ellas. Durante el viaje, las niñas descubren que el tren va repleto, que no tienen donde sentarse y, además, que hay dos jovenzuelos que las pretenden. Las jovencitas hablan de sexo, una es virgen, la otra no. Cansadas de la incomodidad del viaje (y porque son bastante ingenuas en todo lo relativo al sexo), deciden bajarse en Verona y esperar el último tren de la noche. Pésima idea.
Además de las chicas en cuestión, en el primer tren (el diurno) también se baja una sofisticada y elegante mujer rubia, cercana a los cuarenta, interpretada por una actriz que nunca antes había visto y que desde ya se convirtió en mi nuevo fetiche. Se llama Macha Meril (un nombre perturbador) y es la gran villana de toda la historia. Bajo la luz azul fantasmagórica del tren y totalmente fuera de control se ocultan los dos jovenzuelos, quienes, luego de ¿abusar? sexualmente de la mujer rubia deciden seguir con las otras dos. La violencia y el espanto alcanzan niveles aún más ambiguos que en la película de Wes Craven. Más sucia y definitivamente más radical que su referente, la película no disimula sus pretensiones políticas: ricos y pobres son distintos, pero a la hora de la depravación todos tenemos los mismos deseos. Toda esta lucha de clases erótica y visceral se produce en el vagón de un tren en movimiento, como si el destino final de todos fuera desconocido, pero el viaje, un tormento. Hacia la última media hora, la estructura lógica obliga a la venganza, donde las similitudes con la película de Craven se hacen más evidentes. Pese a todo, es una tremenda película, potente, dura, la clase de películas que Hollywood es incapaz de ofrecer.

Tuesday, June 5, 2007

LOS CANALES DEL MIEDO


AMSTERDAMNED (1988) Dirigida por Dick Maas. Disponible usada en Zona 2 PAL en e-Bay o en Amazon, por U$38.00.

Esta es una película especial. No porque sea una obra maestra del género del suspenso, sino por un talento especial del holandés Dick Maas. Autor de una película habitual en las estanterías de los videoclubes chilenos en los 80, El ascensor (sí, sobre un elevador asesino), en Amsterdamned se encarga de romper ciertos clichés (y, de paso, cualquier rastro de verosimilitud) para una historia de detectives, víctimas, sospechosos y un asesino en serie que aparentemente proviene de lo más profundo de las aguas de los canales de Amsterdam.
Exagerada, improbable, pero llena de pequeñas delicias humorísticas, se trata de un ejercicio comercial bastante efectivo. Hay muchas tomas de las bellezas de Amsterdam, además de una abundante cuota de sangre, derramada de manera no demasiado creativa, pero en cantidades justas. Lo mejor de la película es cierto veneno, cierta manera de mirar el terror desde el punto de vista del asesino que recuerda las cámaras subjetivas del mejor giallo y las millones de veces que hemos visto el mismo recurso. Lo extraño es que aquí el asesino no lleva guantes oscuros, sino que proviene del agua. Rápidamente se sospecha que es un buzo, pero mientras la policía encuentra sus (falsos)culpables la carnicería sigue y el asesino siempre tiene la oportunidad de escapar.
Nunca estrenada en cine y distribuida malamente en VHS por Ibero, en los 80, Amsterdamned es larga, un poco predecible, pero tiene ciertos momentos de verdadera tensión psicotrónica, como una cuchillada entre las piernas durante un día de sol, o una increíble persecución en lancha por los canales de la ciudad. Puede hacerse tediosa si no has visto películas de Jess Franco, Joe D'Amato o Bruno Mattei, pero si hay algo que agradecerle a esta peculiar muestra del cine de género holandés es su facilidad para mantener al espectador poco exigente con los ojos bien abiertos. No sé si por los paisajes de Amsterdam -que son muchos y majaderamente utilizados- o por algo más profundo.





HORMONALANDIA


PLAYA MORTAL (1988) (Nightmare beach / Welcome to spring break) Dirigida por Harry Kirkpatrick (aka Umberto Lenzi). Disponible en Amazon por U$12.99. Disponible en video, en Franklin, pero hay que buscarla.

¿Hay algo que no se haya dicho o escrito acerca de Umberto Lenzi? Sub-maestro del cine explotation, oportunista, italiano y aprovechador, como todos los coleguitas de su generación, el director de la afamada Holocausto caníbal (aka Hazlos morir lentamente) ha probado en la mayoría de los géneros. Todavía no sabemos cual le acomoda mejor, lo cierto es que su filmografía está cargada de ineptitud, mugre y una insoportable obsesión por recrear de alguna u otra forma cierto cine americano. Mal endémico de toda una generación, los italianos han tenido la patudez de filmar Nueva York en Italia o en España, sino pregúntenle a Jess Franco, que alguna vez, en los 70, recreó Londres en Viena para Jack the ripper, pasándose por cierta parte el Támesis y el East End.
Por la módica suma de dos lucas compré este slasher ochentero -editado en VHS por LK-Tel hace dos décadas bajo el título de Playa mortal-. La vi una vez hace como cuatro años y me cargó. Hace poco me vino una especie de nostalgia por el VHS y acumulé todas las películas que quería ver. Apareció esta cajita pegajosa, mugrienta y cuando probé la cinta me di cuenta de lo que me había estado perdiendo.
Nightmare Beach (que también se ha llamado Welcome to spring break y Pesadilla en la playa, en España) está estructurada como una seguidilla de viñetas, una historieta colorinche al ritmo de la peor música ochentera. Estoy hablando de subproductos de bandas como Whitesnake y cosas así. En otras palabras, rock posero, meloso y oreja. Estamos en un pueblo típicamente americano, pero filmado por un italiano que durante los próximos 90 minutos tratará de convencernos que sabe muchísimo sobre la cultura americana. No es un día cualquiera en este pueblo. Es el día en que las calles del lugar son tomadas por asalto por 50 mil estudiantes en spring break, es decir, vacaciones de primavera. El problema es que en el pueblo hay una banda de motociclistas con tatuajes y pelo largo, presuntamente malos, y cuyo líder, un tal Diablo, fue ejecutado hace poco. Las cosas no están bien en el pueblo, sobre todo cuando comiencen a amontonarse los cadáveres, obras maestras de un asesino en serie que electrocuta a sus víctimas.
Todo suena mal. El elenco de Morandé con Compañía tiene más talento que este montón de troncos con pelos lacados y la ropa más fea diseñada en el universo y sus alrededores. A medio camino entre el slasher más convencional -y, lo que es peor, sin sangre, lo que de inmediato decepciona a los seguidores más nobles del género- y la película de vacaciones, tipo Summer school o La venganza de los nerds, Playa mortal es una mierda con todas sus letras. Evítenla, si pueden. Jamás gasten un centavo en ella. Pero si algún día van caminando por la calle y se encuentran con una copia en el suelo, dénle un minuto de sus vidas.
Lenzi, este señor italiano, dirige con el seudónimo de Harry Kirkpatrick. Lo que hace, en realidad, es poner la cámara delante de esta gente, salida de soap-operas y comerciales, para retratar la revolución del spring break. Chicos y chicas llegan hasta el pueblo dispuestos a reventarse. Está el virgen medio weird y su amigote putero, la mina pobretona y con pasado oscuro (que se enamora del virgen), los futboleros agresivos (y también puteros) que mueren temprano, el doctor alcohólico y, por supuesto, el señor John Saxon encarnando con un arsenal de clichés al sheriff malvado e inescrupuloso. Qué pedazo de mierda, Dios mío.
Ya sabemos que no hay sangre. Sexo tampoco hay, sólo una estudiante que aparece totalmente desconectada de la trama central y que le pide un quarter a hombres mayores. En el fondo es una prostituta de buen corazón y demuestra el lado original de su director, esa faceta de comedia italiana no muy distinguida pero efectiva y rara. Ahí es donde algo funciona en Nightmare beach, en estas secuencias atiborradas de estudiantes borrachos y semidesnudos en plan Wild On remezcladas con asesinatos supuestamente creativos, con una dosis 2 de gore en una escala de 1 a 5 y un final alargado como un mitimiti.
Antes Lenzi hacía películas malas, pero enfermizas. Mucha sangre color burdeo, mucho látex mal puesto, pero al menos con una intención clara: provocar, romper esquemas, convertirse en un nuevo Herschell Gordon Lewis. Nightmare beach es su película menos audaz, peor actuada, más burda, menos jugada, pero paradójicamente, la más accesible. Está en DVD Zona 1, pero sinceramente dudo que alguien esté dispuesto a pagar un centavo por ella. No confundir con La playa del terror (Blood beach), donde también actúa John Saxon y cuya arena se tragaba a la gente.