
CALAMITY OF SNAKES (Ren she da zhan) (1982) Dirigida por William Chang. Con Kenni Bee, Lui Cheung, Lun Kar, Ping-Ao Wei. Disponible sólo en distribuidores selectos occidentales y en DVD en China y Grecia.
Atención: esta es la película más repugnante, deprimente, vomitiva y mala leche jamás filmada. Ofidiófobos (como yo), ambientalistas, miembros del Greenpeace, estómagos sensibles o buscadores de buen cine, por favor abstenerse. Para describir esta infamia de película sólo puedo decir que soy incapaz de publicar fotografías. He tratado de buscarlas, pero apenas las encuentro no puedo bajarlas. Son repulsivas. Me jacto de ser de estómago fuerte, cuesta que algo me perturbe realmente, pero Calamity of snakes es alta e ingratamente perturbadora. Confieso que sólo vi el 60 por ciento de la película, el resto lo pasé con los ojos tapados y con una arcada en la garganta.
La historia es salvaje y concebida como una crítica al establishment, pero a mitad de camino nos damos cuenta de sus verdaderas intenciones. Resulta que hay unos ingenieros soberanemente estúpidos construyendo un resort. Los plazos, se nos informa, están muy ajustados porque se trata de un resort a todo trapo. Justo en medio de la construcción encuentran un gigantesco nido de serpientes. Como además de estúpidos los ingenieros son malos y humanos, deciden hacerse los lesos y asesinar a todas las bichas repugnantes en una escena que no puedo describir porque me da asco. Sólo puedo señalar que se ven serpientes aplastadas, partidas en dos, tres y hasta seis pedazos, todo en primer plano real. Y cuando digo real no tengo manera de enfatizar REAL. Lo que sigue es, por cierto, la clásica historia de venganza, pero en este caso protagonizada por HORDAS de serpientes verdaderas. Olvídense de Snakes on a plane y sus efectos de cuarta, esto es de verdad, aquí los actores nadan en serpientes y cuando alguna de ellas se mete por un orificio humano lo hace...en carne propia. En su intención snakesplotation la cinta funciona de manera magistral. Cada cinco minutos se produce alguna secuencia que indigesta o que te obliga a mirar para otro lado. Por cierto que esta exorbitante dosis de realidad se distorsiona hacia el último acto de la película, momento en que las serpientes vengativas dejan atrás sus vulnerabilidades para dejarse desquitar por la reina de todas, una anaconda gigante que vuela, aprisiona, muerde y es capaz de encender fuego a su alrededor. Todas las demás secuaces siguen ahí, sinuosas, gozando con esta vendetta ofidiomaníaca donde lo único que uno recuerda son los dolores de estómago, las arcadas y las malas intenciones de los productores. No recuerdo haber visto otra película más descaradamente voraz contra una especie animal. Está bien, las serpientes son unos seres repugnantes, pero esa no es razón para armar una película sobre su destrucción. Y, lo juro, en esta película por lo menos mataron a unas 1000. Tal vez de ahí provenga su nombre inglés. Una verdadera calamidad, insoportablemente cerda y adictiva. Recomendable sólo para cinéfilos de sanatorio.